La reciente pandemia de la COVID se produjo en un mundo cada vez más globalizado (Sassen, 2007): la transmisión fue rápida y mundial, y al mismo tiempo estuvo marcada por las crecientes desigualdades, con consecuencias tanto a corto como a largo plazo. Podemos distinguir dos grandes situaciones y reacciones: - Para las sociedades más abastecidas fue un golpe sin precedentes en los últimos tiempos, una experiencia inédita y, en cierto modo un aprendizaje. Dentro de estas sociedades de los países más desarrollados y emergentes, las clases más acomodadas se encontraron tan amenazadas por el virus como las más pobres, aunque con condiciones totalmente desiguales para afrontar la crisis. Aun así, esta pandemia provocó nuevas emociones y reflexiones en torno a la vulnerabilidad y la muerte que han dado lugar a debates y controversias. Todos nos hemos preguntado cómo podríamos haber evitado el encierro y las alternativas en cuanto a modelos de sociedad, modelo de consumo o desarrollo. Para los que tuvieron la posibilidad, llevó a una reflexión sobre la cuestión de los valores) - Para las sociedades y comunidades más pobres y vulnerables, fue un golpe más entre muchos otros. En los países ya tocados por pandemias anteriores (SARS, Ébola) o crisis graves (guerras, conflictos medioambientales, catástrofes naturales), la Covid fue una plaga más entre muchas otras. La cuestión era y sigue siendo "cómo sobrevivir". Pero esto no significa que no exista también la cuestión de los valores.... Sin embargo, las formas de aprendizaje en estas dos situaciones de recepción de la pandemia difieren mucho en términos de emoción e reacción. Y, obviamente, hay situaciones intermedias. La conferencia examina lo que nos dicen las ciencias sociales para analizar y enfrentar este tipo de situación a partir de la noción de reciprocidad antropológica, en particular en su aplicación al mundo rural.